lunes, 7 de febrero de 2011

Las grullas

Ciertamente Extremadura es un paraíso natural repleto de valiosos tesoros ecológicos, parece un tópico decirlo, pero es verdad. Uno de esas joyas biológicas es la preciosa Grulla común ( Grus grus). Se trata de un ave del orden gruiformes y de la familia gruidae, de gran tamaño, llegando incluso casi a los 120 cm de longitud. El plumaje es de color grisáceo con la excepción del cuello que se vuelve negro con tonos rojos y blancos en la cabeza. Es una ave migratoria que pasa los inviernos en las zonas mas cálidas del sur de Europa, siendo Extremadura uno de los enclaves principales de la invernada, principalmente atraídas por el reclamo de la bellota. Se convierten durante un tiempo en unas vecinas más de nuestros campos, pudiendo difrutar de ellas desde finales de octubre hasta principios de marzo. En Cáceres se puede disfrutar de la presencia de estos hermosos animales muy cerca de la ciudad, podemos verlas en Brozas, Talaván, Monfragüe, Sierra de San Pedro, embalse de Gabriel y Galán, etc. Siempre cerca de zonas con masas de agua como grandes charcas o embalses ya que los utilizan como dormideros. Son unas aves con una resistencia física formidable y se dice que en el momento de la migración pueden volar cientos de kilómetros sin detenerse ni para comer ni dormir. 
Hay dos momentos durante el día donde es impresionante observar a las grullas, coinciden al amanecer cuando abandonan los dormideros de embalses y charcas para acudir a los lugares que utilizan para alimentarse y otro es al atardecer, cuando regresan nuevamente al dormidero. Es un espectáculo fascinante ver el vuelo en V característico y sobre todo oír el fuerte trompeteo de su nostálgico canto. 
Yo la he visto varias veces, pero quedará en mi memoria una tarde de principios de noviembre en Cáparra. Me encontraba haciendo fotos al arco romano, cuando empezé a oír de lejos el característico trompeteo. En unos instantes, de forma repentina comenzaron a surgir en el cielo las primeras grullas, tras estas, una formidable bandada dividida en varios grupos en dirección al cercano embalse de Gabriel y Galán. Creedme, fue un regalo de la naturaleza inesperado, contemplar la pasada de las grullas por encima  del contundente Arco de Cáparra, con esa particular banda sonora de extrañas trompetas. Fue como detener el tiempo por unos segundos y alucinar. Como me suele suceder la puñeterita cámara de fotos funcionó como el culo y no me pude traer el souvenir.
 Otro recuerdo de las grullas que quedará en mi memoria sucedió el año pasado, a finales del mes de febrero, era un sábado por la mañana y me encontraba en casa. Las ventanas estaban abiertas y de nuevo vuelvo a oír el canto de las grullas. Es un sonido muy potente que se oye a mucha distancia. Rápidamente me voy al balcón y efectivamente una gran bandada de grullas estaba atravesando la ciudad de Cáceres, era la primera y única vez que las he visto sobrevolar Cáceres. Iban en dirección Norte, hacia Gredos. Estaban realizando el gran viaje de regreso, la migración. Durante unos minutos llenaron el cielo cacereño con notas de melancólica paz. Era su peculiar manera de despedirse.  En el Japón y en muchos lugares de Oriente estas esbeltas aves simbolizan la eternidad. En el balcón, a mi lado se encontraba mi Abuelo. Los dos vimos juntos como se alejaban en el infinito azul de nuestro Cáceres eterno. Pocos días después, el también me dijo adios. El Señor le llamó y se marchó camino de nuevos horizontes, como las grullas que en ese instante los dos contemplabamos en silencio. 
Un abrazo.

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