Por diciembre, Cáceres no es sólo Patrimonio de la Humanidad, también es feudo de la niebla. En la antesala del invierno, el gélido y suave velo de las nubes reclama su estancia en estas latitudes para tragarse torres, iglesias y palacios. A cambio nos regala un espectáculo fascinante que transforma la "Parte Antigua" en un escenario onírico, casi espectral, que susurra intrigas pasadas y evoca medievales leyendas.Un Cáceres que no se ve, se intuye.
Un Cáceres íntimo, donde los perfiles son difusos, y la panorámica, tan sólo es pura intuición. Un Cáceres que juega al escondite ocultando los tesoros de su corazón de piedra. Un Cáceres que se encoge, de frío y oración, al tañido de la invisible campana de vísperas. Un Cáceres, tétrico y encantador, envuelto por el mágico misterio de la silenciosa noche de niebla...
Durante cinco días la ciudad de Cáceres ha estado cubierta por la niebla y nos ha dejado hermosas estampas que quiero compartir con vosotros.
Durante cinco días la ciudad de Cáceres ha estado cubierta por la niebla y nos ha dejado hermosas estampas que quiero compartir con vosotros.
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