Hoy es 23 de diciembre, es decir, la víspera de la Víspera. Mañana es Nochebuena, antesala del día de Navidad. Todos, unos más y otros menos, estamos inmersos en los preparativos de la celebración más universal y festejada de todo el año. Cenas, comidas, regalos, villancicos, nacimientos y felicitaciones llenan la agenda de cada uno de nosotros durante estos " felices" días. Se quiera o no, todos celebramos, de algún modo, la Navidad. En nuestro país hay plena libertad para festejar o rechazar, para vivirla a la manera cristiana o de forma absolutamente laica. El que quiera pondrá un árbol, otros montarán el Nacimiento y otros, los más "esnob", inundarán su casa de vanguardistas adornos, que tienen que ver con la Navidad, lo que un santo con dos pistolas, realmente son los más horteras. Algunos no adornarán ni su casa ni sus días con la alegría de la Navidad. La procesión va por barrios. En definitiva, todos somos libres para hacer lo que queramos, y lo que es más importante, podemos manifestar al exterior nuestros sentimientos sin temor a terminar en un calabozo. Tenemos la suerte de vivir en el denominado mundo libre o democrático, como se desee calificar. La ley protege, ampara y promueve un sistema que garantiza nuestra libertad religiosa, de pensamiento y conciencia. Pero en muchos lugares del planeta eso es algo imposible y peligroso. Un sueño en medio de una terrible pesadilla. Mañana día de Nochebuena, cientos de miles de cristianos no podrán manifestar la alegría de la Navidad simplemente porque está prohibida, está al margen de la ley. Felicitar las Pascuas se convierte en algo heróico. En esos lugares el Niño Dios volverá a nacer en medio de la miseria, el insulto, el escarnio, la amenaza, la esclavitud, el miedo o el odioso estruendo de los atentados asesinos. Asistir a la Misa del Gallo es jugarse la vida. Los cristianos de Sudán volverán a vivir una Nochebuena como esclavos sometidos a un Norte rico y musulmán. En la China comunista, la de las hipócritas Olimpiadas, ni si quiera podrán leer opiniones como la este blog, sencillamente porque los buscadores están censurados. En la India arderá alguna iglesia y, si pueden, con fieles dentro. Los palestinos, de la Tierra Santa de Jesús, son cada vez menos y tienen que emigrar para poder vivir su fe en libertad. En los países de mayoría islámica se oprime cualquier señal de Cristianismo. ¿ Cuántos cristianos quedan de Ur de los Caldeos, en Irak? ¿ Qué sucede con las comunidades cristianas de Corea del Norte? La lista es demasiado extensa. Basta con leer algo del Informa Internacional sobre la Libertad Religiosa en el Mundo que publica Ayuda a la Iglesia Necesitada. Día a día se pisotean los derechos fundamentales de millones de personas, con total impunidad, y el cómplice silencio de la Comunidad Internacional. Por desgracia, la Declaración Universal de Derechos Humanos sigue siendo papel mojado en muchas naciones. La dignidad de los seres humanos es sepultada por el aparato represor de estos estados enemigos de la libertad. Tales atropellos y crímenes deben ser denunciados y difundidos para su vergüenza y castigo. La justicia y la democracia deberán brillar algún día en esos países.
A pesar de todo, los cristianos perseveran en su fe en medio de horrendas tribulaciones. Esa Iglesia martirial y sufriente es la auténtica Navidad, donde recobra todo su sentido, es levadura, y un firme testimonio de esperanza para el resto del mundo.
Os dejo dos tremendos testimonios que podéis encontrar en la Web de Ayuda a la Iglesia Necesitada y colaboréis con tan importante causa. El primero es del obispo chino John Han Dingxian, que sufrió cárcel durante 35 años, simplemente por su fe y fidelidad al Papa. El vídeo muestra las última imágenes de este obispo mártir desde la rejas de su prisión. Murió en 2007 y fue sepultado en secreto. En su tumba se omitió la palabra "obispo". Es todo un ejemplo de fe, coherencia, entrega y valentía. En el segundo vídeo aparecen las imágenes del brutal ataque a la Iglesia de Muniguda, en la India, por un grupo de hindúes. El ataque sucedió el Día de Navidad de 2008.
Por ellos, por nosotros y por la Libertad, seguiremos diciendo:
¡ FELIZ NAVIDAD!
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