Pocas celebraciones tienen la emoción tan "a flor de piel", como "La Encamisá" de Torrejoncillo. He conocido y vivido muchas celebraciones populares, religiosas y profanas, de nuestra región y todas son un maravilloso tesoro patrimonial intangible que enriquece y llena de orgullo a Extremadura. Pero en pocas se han estremecido mis huesos y mi piel como en "La Encamisá". El lugar, la plaza de Torrejoncillo, las miradas, en la puerta de la Iglesia de San Andrés, el momento, las diez de la noche...Y flotando entre el mariano delirio, el purísimo Estandarte de la Reina de los Ángeles. No existe nada igual. Ha comenzado la más espectacular de las procesiones extremeñas. Y extremeña de verdad, sin adornos ni florituras extrañas de otras latitudes, no le hace falta. Sólo necesita del sincero amor de los torrejoncillanos, nada más. Durante unas tres horas recorrerá las calles de un entregado Torrejoncillo, entre emocionados "vivas" del corazón humano, entre atronadores salvas de escopetas, entre paladines cubiertos de blanca devoción inmaculada, entre sonoros pregones de un cacereño tamboril, entre hermosos versos de oración cantada, entre gustos de coquillos y dulces pitarras, entre familiares hogueras de encinas vecinas...
Amigo, si no conoces "La Encamisá", tienes que ir. Verás como se honra a la Madre Purísima en tierras cacereñas, en las tierras de Torrejoncillo, cada noche del 7 de diciembre...
La Encamisá está declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.
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